sábado, 23 de mayo de 2009

In[quietud]

La inquietud nos absorbe como humanos ante las adversidades. En ocasiones nos domina y nos castiga, o no nos deja dormir, comer ni pensar. Angustia bien ganada y merecida siempre por causas promovidas por nosotros mismos. Creemos encauzar bien nuestras vidas, y fuera de tiempo al analizar nuestra situación la valoramos, y nos podemos dar cuenta de que error tras error la vida nos ha dejado esto. Es lo que hay, ni se toma ni se deja, solo se sigue avanzando en el tiempo esperando hallar lo que anhelamos, en ocasiones tanto y otras nada.
El bienestar es tan relativo, volátil y efímero que cuando lo alcanzamos o bien no nos conviene, o no es el suficiente, o se nos escapa sin haber tenido tiempo para disfrutarlo. Ese bienestar me sabe a fresa, una fresa dulce en su justa medida, en la que más gusta, ácida y con un toque amargo que sabe bien. Se escapa tan facilmente... La vida se complica por momentos, en un segundo se soluciona todo y me siento libre, pero al segundo siguiente las cosas vuelven a su sitio y el rio se vuelve a desbordar, o se queda seco, o simplemente desaparece dejando un leve surco a la espera de que vuelva la tormenta que de nuevo, para bien o para mal, vuelva a llenar de situaciones complicadas nuestra vida.

"A la espera" inquieta, y el bienestar barato se acaba pagando con remordimientos.