miércoles, 8 de julio de 2009

En verano pasa frio y en invierno añora el calor de los veranos.

Así lo hace. Si tiene frió se calienta con la fricción de los hielos, y ante la calor melancolía. Nunca recurre a las llamas para derretirse cuando está helada, inquieta su frialdad.
Quizás si que se frote con cualquier tronco para aliviarse el picor provocado por las hormigas que trepan por su espalda, pero poco alivian.

Aún yaciendo solo a medianoche en mitad de cualquier parque nunca se desvirtúa, nunca se halló virtuoso.

Las noches largas ahora son frescas, y a mediodia con el cálido sol las llamas le ayudan a no levantarse. No le hace falta.
Levita a deshora, cuando ya no importa seguir pisando el óxido de los clavos, pues de óxido ya parecen sus pies. Más abajo ya no hay nada, adelante es el camino.