martes, 8 de septiembre de 2009

Final de la tercera escena.

Y cuando los hechos se hacen perennes y no evolucionan se muere algo.
Es como si tras una mañana soleada, plena y llena de alegría llegase una tarde nublada, con rachas de lluvia, y tu sin paraguas. Te refugias, y a veces hasta sales a que te caiga la lluvia en la cara, te sientes muy vivo. Pero en la tercera escena cambia todo, y no cambia nada.

La noche es calurosa y asfixiante, no te deja dormir, y mantenerse despierto no es saludable, ya casi acaba y a su paso no puede dejar más que progreso.