lunes, 28 de marzo de 2011

La torpeza planificada de los ángeles errantes que perdieron sus alas.


Una partida de ajedrez más larga que la edad de sus fichas.
Al principio era sencillo, fichas blancas y fichas negras, pero con el tiempo algunas fichas olvidaron su color, por olvidar olvidaron hasta el sentido del juego, cansados y aburridos echaron a dormir. Los reyes dejaron de luchar entre ellos cuando vieron que las fichas olvidaban el sentido de la partida, fue entonces cuando cambiaron las reglas y el juego se desvirtuó, ya fuese de forma premeditada o una consecuencia (bien "mal") aprovechada.

En esta partida han ocurrido miles, millones de cosas; jugadas impecables, juego sucio, trampas... y es por ello que sea tan difícil entender el sentido de la partida, o al menos la situación actual de la misma. Todas las jugadas no han quedado registradas, aunque sí gran parte de ellas.
El tablero en esta partida también juega, cual escenario móvil, con posibilidad de irrumpir animando la partida y a sus jugadores.

Cada ficha nueva que entra en juego es orientada según su lugar en el tablero (normalmente mal, ya sea intencionadamente o no). Al principio solo se comunicaban con las fichas de las casillas adyacentes, pero con el tiempo fueron capaces de comunicarse por todo el tablero, algo que facilita el entendimiento de la partida a nivel global o todo lo contrario, dependiendo de la pieza y su labor.

Hace tanto que comenzó que no se sabe si quiera si los reyes siguen en pié, de hecho es posible que la partida lleve tiempo acabada y nadie se haya dado cuenta, pero el juego sique siendo divertido.

Una partida con 7.000 millones de fichas, una auténtica locura.



Es triste llegar a conocer cómo se creó el tablero sin comprender el sentido del juego:

Consejos para jugar al ajedrez:

1º- Paciencia. Si no tienes paciencia ni si quiera entenderás el sentido del juego, y no lo comenzarás.

2º- Coordinación y sentido del tiempo, si no, ni siquiera podrás abrir un ataque.

3º- Necesitas conocer a tu oponente.

4º- Tener la buena voluntad de realizar sacrificios.



1 comentario:

Jorge dijo...

Como siempre, Genial!!!

Fantástica metáfora